sábado, 10 de julio de 2010

OPINION ( PERIODISMO 3.0 )


Opino que respecto al nuevo nombre sería el más conveniente PERIODISMO SOCIAL, porque ahi refleja como el cuidadano (la sociedad en general) participa de tal manera que forma un criterio en el cual encontramos su propia versión de la verdad.

TOMA DE DECISIONES


Durante el día tenemos que tomar constantemente decisiones. La mayoría de ellas las escogemos sin pensar, de forma automática. Nos levantamos, nos aseamos, vestimos, andamos, desayunamos, trabajamos, saludamos, hacemos todo después de haber decidido qué hacer, o qué comer, qué decir o a quién saludar.

Tomar decisiones es un proceso mediante el cual seleccionamos entre diferentes alternativas con el objetivo de solventar las distintas situaciones que se presentan en nuestras vidas, sea a nivel familiar, laboral o sentimental.
También tomamos decisiones que deben ser pensadas y analizadas antes de hacerlo. No deben ser automáticas ni habituales. Nos referimos a entornos en nuestras vidas cuando enfrentamos algún dilema, problema, situación importante o cuando están en juego nuestros intereses. Para lograr una decisión pensada es importante conocer y entender el escenario o problema que nos afecte. Debemos comprender y analizar las consecuencias de las distintas decisiones que podamos tomar, porque una buena o incorrecta resolución tendrá seguramente resultados positivos o negativos para nosotros.

Cuando se nos presente un dilema donde tengamos que optar por una o varias alternativas lo primero que tenemos que tomar en cuenta es estudiar los posibles resultados de nuestra opción. Piense y pregúntese: Si escoge la opción uno, qué cree usted que va a pasar, cómo lo va a afectar. Si escoge otra opción, cómo le ayudaría o perjudicaría. Considere sus objetivos y reflexione cuál sería la mejor alternativa para alcanzar sus metas. No se deje llevar por sus emociones, use la razón. Cada decisión debe contemplar que su resultado se aproxime más a sus objetivos que a sus complacencias, aunque a veces no le guste lo que decida. En circunstancias no tenemos que tomar decisiones porque delegamos en terceros para que lo hagan por nosotros, como es el caso cuando elegimos a un gobernador o autoridad para que solvente los problemas de nuestra comunidad o sociedad, pero no ignoremos que cuando vamos al proceso electoral tenemos que tomar la decisión de por quién votar.

En estos casos, apliquemos el mismo modelo: No dejarnos llevar por la emoción y analizar quién sería la mejor candidatura y cuál la mejor oferta electoral en concordancia a nuestros objetivos e intereses.
Quién nos conviene y ofrece más acorde a lo que nosotros queremos lograr como personas, como familias y cómo país. Nunca votemos en contra de nadie, votemos a favor de nuestros propios intereses como ciudadanos y como sociedad, y recordemos que la peor decisión es la que no se toma.

CAER Y LEVANTARSE

Al caer, aprendemos a caminar. Ante la adversidad, existen hombres y mujeres que parecen haber nacido para manejar las dificultades. Son personas que en presencia de un terremoto, un fuego, un accidente o una perdida de un ser querido, se sobreponen, reaccionan tempranamente y comienzan a actuar para enfrentar la situación y resolver el problema. No queremos plantearnos el dilema de sí esta conducta es innata o aprendida. Lo cierto es que todos podemos comportarnos adecuadamente frente a las dificultades y los diferentes eventualidades que se presentan en la vida, si nos preparamos para ello. Lo primero que tenemos que saber es que estos hechos ocurren y que algunos nos tocaran. Lo más probable es que los padres se reúnan con la Divina Providencia antes que sus hijos, igual ocurriría con otros familiares mayores. Las estadísticas nos enseñan que todo ser humano tiene probabilidades de sufrir un accidente o hallarse en medio de un movimiento telúrico, maremoto, deslave, inundación, huracán o algún fenómeno de esta naturaleza. Suceden igualmente incendios, choques, desventuras, asaltos y otros tipos de desgracias. Debemos aceptar el hecho de que al menos alguna de estas circunstancias podríamos presenciarla en nuestra vida. Una vez que estamos conscientes de esto, el segundo paso es saber ¿Qué hacer para controlar la desbordada emoción durante el momento de una situación comprometida? Lo normal es que perdamos el control emocional porque el miedo o el dolor nos paralizan, no nos dejan pensar ni actuar racionalmente. En medio de una crisis, en nuestro cerebro ocurren millones de descargas eléctricas que reclutan a todas nuestras neuronas.

Tenemos entonces que apelar al pensamiento y la razón. Para eso contamos hasta diez o cuanto sea necesario y comenzamos a respirar lentamente, inhalando por la nariz y exhalando el aire por la boca. Así logramos que dos áreas de nuestro cerebro paren y dejen de emitir impulsos nerviosos incontrolados. Poco a poco las neuronas "serenas" van a ir reclutando a las "nerviosas" y nos tranquilizaremos y sosegaremos, lo cual nos llevara a aclararnos.
En tercer lugar, ya despejados, hagamos un diagnostico de la situación. Una evaluación de los daños, perjuicios, agravios, pérdidas o incidencias de lo acontecido. Por último, fijemos objetivos y planifiquemos para recuperarnos, mejorar y progresar. Luego, ejecutemos los planes para alcanzar las metas previstas. Aunque sea una perogrullada, recordemos, que las cosas se hacen... ¡Cuando se hacen!

¿ADMIRAR O ENVIDIAR?


Tener envidia es sentir tristeza o pesar por el bien ajeno, es querer poseer algo de los demás y desear obtenerlo sin emular lo que el otro haya hecho para lograrlo. Admirar es considerar con estima y agrado a alguien o algo por considerarlo extraordinario o sobresaliente. Envidiar, usualmente genera odio y resentimiento hacia alguien por lo que posee. El envidioso no persigue analizar cómo el otro alcanzó el objeto de la envidia. Más bien se genera el deseo o la fantasía de quitarle lo que tiene, en lugar de imitar el comportamiento que le permitió conseguirlo o adquirirlo. Admirar, por el contrario, es reconocer, apreciar, estimar y evaluar a una persona y su logro. Produce, al igual que la envidia, la aspiración de poseer algo similar que lo deseado, pero reproduciendo la conducta del otro para merecer lo mismo. Cuando se envidia se llega a odiar a la persona envidiada, en tanto que en la admiración hay afecto y respeto por la persona admirada. Desde un punto de vista social la envidia ha sido negativa y fuente de permanentes conflictos no sólo entre personas sino también entre comunidades y culturas. Religiosamente es considerada como un pecado capital y condenado este proceder. La envidia patológica es destructiva y provoca un malestar emocional y reacciones negativas que pueden llegar a la baja autoestima, al aislamiento y la depresión, o a distintas sociopatías y conductas delictivas. Son objeto de envidias, el reconocimiento social, la fama, el prestigio, el posicionamiento laboral, el poder, el éxito, la felicidad, la pareja, los hijos, familiares y los distintos bienes y patrimonios de las personas.
Podemos prevenir la envidia y no ser victimas de ella sí sustituimos esta forma de ser por la admiración. Es bueno desear tener o lograr algo. Incluso, podemos ver en los demás qué es lo que queremos.
Lo verdaderamente importante es que definamos nosotros mismos qué es lo que aspiramos en la vida: ¿Una pareja que amemos y nos ame? ¿Graduarnos? ¿Crear una familia? ¿Un hogar? ¿Viajar? ¿Vivir en paz? ¿Un carro, una casa? ¿Ser reconocidos por todos? ¿Escribir? ¿Liderar a su comunidad? ¿Ejercer una profesión o trabajo? ¿Tener comodidades, bienestar?
Una vez que aclaremos lo que deseamos ser y/o tener, podremos comenzar a trabajar, esforzarnos y orientarnos hacia la consecución de estas metas y en la misma medida dejaremos de envidiar, porque estaremos muy ocupados en nuestros propios objetivos como para fijarnos en lo que obtienen o han conseguido los demás y no olvidemos que cada vez que avancemos un peldaño seremos también admirados por otros.

PERDONAR..


Perdonamos a quien nos ha hecho algún daño y nos produjo sufrimiento, y nos sentimos aliviados, cuando nos perdona alguien por haberle infligido algún perjuicio. La ira, el resentimiento, la aflicción, la amargura, el rencor y el desengaño provocan estrés e impactan la salud del ser humano. El sentimiento de culpa también. Cuando las personas recuerdan un episodio de desdicha o agravio aumenta la presión arterial, el pulso y el tono muscular.
Mientras que al perdonar o sentirse perdonado, además de recuperarse los estándares normales de salud, las personas se sienten calmadas y tranquilas.
Distintos autores han encontrado que después del perdón, personas que habían padecido de dolores de espalda, nauseas, insomnio, pérdida de apetito, dolores de cabeza, entre otros síntomas, dejaron de percibirlos. Perdonar es sanarse, una cura tanto psicológica como físicamente, es hacer las paces con uno mismo.
Desde un punto de vista religioso, ser perdonado es vital para vivir en "estado de gracia". En el Budismo, el perdón representa echar a un lado los pensamientos negativos que dañan nuestro cuerpo. Vivir con odio y sentimientos de venganza nos hace crear una personalidad distinta a lo que somos, basada en el dolor, la angustia y el desconsuelo. Como alternativa, el Budismo nos invita a vivir con amor, amabilidad, tolerancia, compasión y ponderación.
Los seres humanos no somos perfectos y tenemos dos opciones: O vivimos asentados en los defectos, el rencor y los errores, o crecemos fundamentados en los aciertos, el amor y el perdón. Nuestros padres poseen virtudes y fallos. Si no perdonamos sus errores, no veremos sus bondades y estaremos frustrados. Igual será con nuestros hermanos, parientes, amigos, vecinos, compañeros de trabajo. De igual manera, debemos perdonarnos a nosotros mismos. Muchas veces no reconocemos nuestras propias faltas porque no sabemos perdonarnos. Pero en el fondo, la culpa pasa a formar parte de nuestras vidas, afectando nuestro comportamiento. Nos endurece y podemos lastimar a los demás. En ocasiones, puede sumirnos en tristeza y depresión. Perdonarnos a nosotros mismos es aceptarnos como somos. Con los bueno y lo no tan bueno.
Para perdonar y perdonarnos debemos hacer un inventario del daño que nos produjeron. Asimismo, revisar lo que hicimos que haya perjudicado a otros.
Acéptese y perdónese, y luego perdone a quien le causó dolor. Piense que al igual que Usted, también merece una oportunidad. Si lo requiere, busque ayuda profesional.

CONTROL DE LA IRA


La ira es destructiva y causante de tragedias. Destruye relaciones amorosas, de familia y enfrenta a las personas. Quienes padecen de sucesivos ataques de ira sufren de un "Trastorno Explosivo Intermitente" (DSM-IV). Generalmente ocurre un episodio de frustración antes de que una persona tenga un ataque de ira. Suele ser causa del episodio de ira que la persona irascible se sienta o perciba que está siendo agredida o traicionada, como es el caso de parejas en la cual un hombre maltrata a su mujer porque supone que ella le ha faltado, o abusa de un hijo por fallas que no ameritan la desproporcionada reacción de fuerza. La rabia es una emoción natural que ayuda a la supervivencia de la especie, al igual que el miedo, la alegría o el amor. Pero, cuando no se controla el enojo, aparece la ira y los correspondientes excesos, rencor y violencia verbal o física. Mientras que la rabia dota de la agresividad necesaria para defendernos de una eventual embestida por parte de algún animal o de otro ser humano, la ira provoca, sin ataque previo de terceros, una conducta ofensiva y dirigida a causar destrucción, castigo, venganza, ofensa o agravio a otra persona. La ira trastorna psicológicamente a la persona y produce alteraciones fisiológicas que perjudica el sistema circulatorio, eleva a límites peligrosos la tensión arterial, tensa la musculatura corporal y acelera la respiración, lo que en suma, menoscaba la salud por el estrés extremo que impulsa. Emergen trastornos del sueño como el insomnio y perturbaciones en la alimentación y digestión. Todo ello sin mencionar el perjuicio que les infringe a los demás con sus acometidas verbales o físicas. El ataque de ira, o ataque explosivo intermitente, se caracteriza por episodios coléricos y violentos, en los que la persona no puede controlar estos impulsos de ferocidad y de pérdida del control mental y emocional, comprometiendo la seguridad de otros, insultándolos o lesionando, o dañando todo a su alrededor sin medir las consecuencias. El control de la ira comienza al tomar conciencia de que se tiene un problema y buscar ayuda profesional. La terapia se centra en reorganizar la forma de pensar, aprendiendo a hacerlo de forma positiva y abandonando los pensamientos negativos. Asimismo, se busca dotar a la persona de herramientas y mecanismos que le permitan proporcionar los hechos acorde a su justa dimensión, con razonamientos lógicos. Se le enseña al paciente a mantener el control emocional de manera permanente y a suprimir, con técnicas de pensamiento y respiración, el momentum explosivo.

CONVIVIR EN GRUPO


Todas las personas viven en sociedades y sus comportamientos, decisiones y pensamientos, se ven influenciadas por las personas con la cual convive. Muchas veces se accede a cambiar nuestras opiniones por la presión de los demás.
Las personas adquieren un sentido de pertenencia al participar de un grupo. Un grupo es una colectividad de tres o más individuos, que se relacionan para alcanzar objetivos comunes en donde son influidos unos con otros. Las personas buscan a otros y forman grupos para satisfacer una necesidad de gregarismo y de sentirse involucrados o de pertenecer a algo. Los grupos van desde el familiar o de amigos muy cercanos, pasando por grupos más grandes, compuestos por miembros que desarrollan relaciones permanentes y fuertes en función de actividades y metas como formar parte de clubes deportivos, movimientos culturales, sociales o políticos y de pandillas, hasta los grupos sociales impersonales basados en intereses compartidos, como partidos, sindicatos, organizaciones laborales o empresariales.
Uno de los problemas al encontrarnos en un grupo es la influencia que pueda tener en nosotros y nuestra forma de ser. Se han realizado experimentos para comprobar este tipo de influencia. En uno, a un grupo de estudiantes se les mostraba una línea recta, la línea X y otras tres líneas de comparación, las líneas A, B y C. Su tarea era determinar cuál de las tres líneas tenía una longitud más pareja a la línea X. El experimento dejaba ver de forma perfectamente clara que la línea B era la que más se asemejaba a la línea X, pero varios estudiantes combinados con el experimentador señalaban la línea A, evidentemente errados. Luego al tocarles el turno a quienes estaban completamente seguros que la respuesta correcta era la línea B, a pesar de ello, un alto porcentaje de ellos cambiaron sus opiniones y dijeron que era la línea A, para estar acorde con el grupo. La presión de los grupos puede llegar a cambiar la opinión objetiva de algunos. Estos lo prefieren ante el temor a quedar mal con los otros o de ser ridiculizados por el grupo. Si Ud., forma parte de un grupo, tiene que sopesar las ventajas que le aporta y las desventajas de aceptar, en ocasiones, lo que el grupo le impone por mayoría. Si las desventajas le molestan, pues sencillamente váyase de ese grupo porque le hace daño a su individualidad y personalidad. Si, por el contrario, usted siente que puede ceder en opiniones y comportamientos porque a cambio recibe satisfacciones que le hacen ser más feliz.
Entonces, ¡Disfrute de su grupo!... Siempre que no pierda su autoestima y su individualidad.